Leopoldo Lugones fue un escritor tan talentoso como polémico. En su vasta obra confluyen , con asombrosa claridad, las contradicciones de nuestra cultura. Creía, como los hombres cultos de su tiempo, en los principios de la frenología, de la que tomó elementos para su perfil de Domingo Faustino Sarmiento. El fragmento pertenece a la Historia de Sarmiento (1911) y describe la composición del cráneo y el rostro del Padre del Aula.

"Su cabeza única en nuestra craneología célebre, es tan fuera de molde como su entidad espiritual. Nada es más curioso que ver cómo fue formándose entre las vicisitudes. (…) Como un caso de exhibición leonina, aparece en la historia nacional la cabeza de Sarmiento. Bien examinada, ella es un resumen de su carácter. Su espíritu esencialmente positivo, su tendencia absoluta a la acción, su concepto materialista de utilidad, su sensualismo, su panteísmo, su vivacidad, su curiosidad, su impetuosidad colérica, dimanan visiblemente del conflicto de espíritu y materia que aquella cabeza manifestaba, y de donde provenía su fealdad casi cruel. El cráneo, de irregularidad dolicocéfala, comporta una aproximación animal, acto continuo compensada por la frente notoria. Pero esta facción ofrece a su vez un resultado opuesto. La norma frontalis de Sarmiento, o sea el aspecto anterior de su cráneo, manifiesta la tendencia piramidal, comúnmente desventajosa, de los individuos llamados por Vogt tectocéfalos. Es, en efecto, un techo formado por la convergencia ascendente de los parietales; una conformación de vileza gentilicia. Por no se qué circunstancia paradojal, a Sarmiento le resultaba hermosa. En la arquitectura de aquella cabeza tan peculiar, formaba una especie de miembro estético, que defendía de la bestialidad posterior con la nobleza de una torre de combate. Preponderaba otra vez la tendencia inferior, al determinar la proyección de la quijada prógnata, característica en él hasta hacer de su labio un belfo. Aquello, en virtud de la conocida relación facial, presentábale ñato, aun cuando no lo era; si bien la prominencia superciliar muy desarrollada, acentuaba todavía aquella impresión. Mas la cara chica con relación a la cabeza, y sobre todo a la frente, restablece la superioridad psíquica; constituyendo el rasgo capital de la estructura humana, que el rostro sea apéndice del cráneo. Así, resultando éste a vista de pájaro (norma verticalis) y en su proyección mandibular, un verdadero cráneo de negro, la frente y el rostro vienen a determinar una fisonomía declaradamente caucásica. Nada más ennoblecido, en efecto, de energía espiritual. Desde la cúspide encalvecida, dilátase entre los lejanos aladares el inmenso campo frontal, arado de pensamiento a triple surco. Adviértese en su prominencia la marmórea luminosidad, el empuje de las ideas que componen la cimbra de aquella bóveda. Cae sobre las cejas hirsutas, tras cuya prominencia contráctil como un áspid avizor, está emboscada la tremenda voluntad. De allá adentro, la mirada que fatigaron desmesuradas lecturas, prolonga con un magnetismo impávido la remota arrogancia inherente a la pupila diurna del león. Al reflejo diverso de su alma, aquellos ojos, como las espadas, tienen una doble luz. Serenos, tiran a un viso amarillento sobre el fondo pardo claro. Furiosos, obscurécense hasta la lobreguez, profundizados por la congestión interna. Constrúyanse la nariz robusta y ancha como una pata de braco. Los surcos que limitan la zona cigomática y prolongan las comisuras labiales con una profundidad de devastación, destacan la vasta boca cuyo desborde traza compulsivo neuma. Y ¡cosa extraña! En la energía atroz de semejante rostro, aquellas arrugas parecen definir una especie de prolongación lagrimal, comunicando a la escabrosa fisonomía la fiera triste que padece en aquella estructura de hombre de las cavernas, forzada a reproducir la cueva originaria en plena roca primordial."


Todas las obras originales de Leopoldo Lugones se encuentran en
dominio público


Fuente: Orgullo y Bizarría